La lectura es un
esfuerzo mental, no una seducción
para falsos sentimientos
La euforia de algunos y la
preocupación de otros por “promover” y “lograr mayores niveles de lectura y más lectores” los ha llevado a promocionar que se lea
cualquier cosa: desde imágenes o discursos planos, hasta lo que ya sabemos:
normas, valores, consejos, enseñanzas, virtudes, manuales... Las categorías de
lector y de lectura que eufóricos y
preocupados establecen van por un lado y los libros disponibles por otro. Ambos
conciben una partición que no da cuenta de la relación, entre el libro como
mercancía o como expresión cultural sin acentuar
una identidad entre unos y otros.
Esto se establece hoy por la cadena industrial del libro, que enajena
cuando dice que produce libros “para todos los públicos”.
En contraposición a estos
fenómenos, el círculo cultural del libro y la lectura demuestra que no hay
lectores para cualquier libro ni libros para todo lector , pero “por primera vez en la historia, el
libro solicita un cliente y no un lector y el marketing puede vender por
razones totalmente extrínsicas del acto de leer” (Jiménez Lozano). Hay libros
que hacen su lector y éste, a la vez, le da forma y contenido al libro; esto
ocurre cuando “Un gran escritor crea un mundo propio y sus lectores se
enorgullecen de vivir en él. Un escritor inferior podrá atraerlo durante un
momento determinado, pero muy pronto los verá marcharse en fila (C.Connolly.
Obra Selecta Ed. Lumen.)Es por esto que los libros inteligentes requieren de
lectores inteligentes, y su polen fertiliza las nuevas generaciones;
porque estos pasan de generación a generación por acumulado en
el devenir cultural , no por la acción
del mercado.
La lectura también necesita de la
formación de un lector que se piense en la lectura. Leer es establecer un
diálogo entre el lector y el texto; entre los pensamientos del autor y/o el de
los personajes de la obra y los del lector; es un ir y venir entre la realidad
como virtualidad o inmediatez, y el mundo como reflejo de esa realidad; es una
confrontación de pensamientos, ideas, contradicciones, criterios, conocimientos
y formas de ver el mundo. Hay libros que
requieren de la formación de un lector
que no tenemos, porque el que tenemos se sacrifica en lo memorístico .
En la promoción del libro y la
lectura no se debe confiar en el mercado y la publicidad, porque éstos han
hecho de la lectura una mercancía y una
seducción para despertar falsos
sentimientos, donde lo único que tiene que hacer el lector es escuchar el
relato.
William Estrada
Director de la Librería Simsalabim
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