
AUTOR :PAOLO GIORDANO
Cuando leo las reseñas de libros en periódicos y revistas, o en diversos blogs o diarios digitales, me pregunto ¿cómo esos lectores eligen sus libros?, muchas veces se trata de libros y autores desconocidos para mí, que se presentan desde el punto de vista técnico: la narración, la historia, este texto en relación con la obra del autor, o como parte de una escuela literaria que destaca por algo. Otras veces se trata de libros de autores reconocidos que se han ganado un nombre a punta de premios, best sellers o libros de culto, esos que cambian una época, pues leen un pedazo de mundo o una fracción de tiempo. Les contaré sobre el último libro leído.
La soledad de los números primos, de Paolo Giordano, tiene algo que me llamó la atención. Ese título, ¿cómo combinar la matemática con la soledad?, ¿por qué se sienten solos los números primos? Y claro, recuerdo la definición aprendida en la escuela, creo que en quinto de primaria: los números primos son aquellos divisibles por sí mismos y por uno. Claro, entonces están bastante solos. Empiezo a leer y encuentro que el autor dice:
“Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales y están, como todos los demás emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son números solitarios, sospechosos, y por eso encantaban a Mattia (….) En el primer curso de la universidad había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llamaban primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos siempre hay un número para que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43. Si se tiene paciencia y se sigue contando, se descubre que dichas parejas aparecen cada vez con menos frecuencia.” (p. 123).
Ya atrapada por la lectura, como me ocurre con muchas obras, me encuentro, hallo trazas de mis búsquedas, memorias de mis conflictos, huellas para mis travesías:
“— ¿Y de veras te gusta estudiar?
El asintió.
—¿Por qué?
—Es lo único que sé hacer –contestó con voz queda. Deseó decirle que también le gustaba porque era algo que podría hacer solo, porque lo que uno estudia son cosas sabidas, muertas, frías; porque las páginas de los libros de clase tiene todas la misma temperatura, lo dejan elegir a uno, nunca hacen daño ni uno puede hacerles daño a ellas… Pero se abstuvo. (p. 88).
Para la lectura de este libro, quizás también incidió la nota breve sobre su autor que trae la solapa. Italiano joven (29 años), estudiante de física teórica. Qué maravilla!, la edad, el área, la conjugación de los números con la narración. Esto motiva, inquieta, me hace prender el deseo de la lectura voraz, esa que produce compulsión y no deja soltar el libro…. No importan la hora o las ocupaciones.
Diría también, que el comienzo de un libro es muy importante para mí; se dejan los acontecimientos de Mattia y Alice en punta, al borde de un gran acontecimiento, en medio de la tenue inquietud que generan los hechos comunes que viven. Y ese comienzo, que en realidad son dos: uno para Alice y otros para Mattia, me copa, me abruma, me emociona, me conmueve, me lleva a querer leer, a buscar el resultado de esas acciones iniciáticas en la vida de dos niños.
Ya en medio de las letras, sumergida en la historia de Mattia y Alice, encuentro lo que los escritores de reseñas dicen en sus notas: el ritmo de la narración, la estructura de la trama, la caracterización de los personajes, la forma en que se tejen las palabras para hacerme sentir el ambiente de la obra, el rostro de los personajes, sus sensaciones y construcciones. Y entiendo, entonces, que esto es importante al momento de hablar de una obra. Ta empezaré a leer como escritora para identificar cómo se hace.
Hay muchos otros pasajes en los que me encuentro, me hallo, me miro en el espejo, me reconozco:
Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos. A ella no se lo había dicho. Cuando se imaginaba confiándole cosas así, la fina capa de sudor que cubría sus manos se evaporaba y durante los siguientes diez minutos era incapaz de tocar nada. (p. 124).
Esta cita es como cerrar (me) sobre mi misma y permitirme avanzar en mi vida, en la comprensión que tengo de ella, en la desmitificación de mi ser, en la visualización de mi, en la ubicación en mi entorno, en mis espacios (propios o ajenos); y también en lo que he hecho para distanciarme del destino fijado, otorgado, creado.
Para finalizar podría decir que recomiendo leer, sugiero mirar a Paolo Giordano, pensar que esta obra, bien vendida en Italia y merecedora de los mejores premios allí, será la primera de este genio de los números y la matemática. Sin embargo, solo puedo compartir mi experiencia de lectura, hablar de las formas en que he sido tocada por las letras para marcar, en mi camino, algunos terrenos.
A lo mejor con esta nota no sientan deseos de leer el libro, no intenten buscarlo para saber qué pasa con dos seres entre los que “había un espacio compartido de confines imprecisos en el que nada parecía faltar, en el que flotaba un aire puro y sereno” (p. 93)
(Hilda Mar Rodriguez.)
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