miércoles, 12 de febrero de 2014

GOTAS DE TINTA

"No sé si la escuela puede enseñar a leer . No sé si la escuela puede dar a un niño un método para convertirse, no en mero descifrador de un texto, sino en su taumaturgo, hacedor cotidiano de prodigios a partir de meras palabras. 
No sé si la escuela puede enseñarle no sólo a entender 
lo que dice una página, sino a obligar a esa página a revelar verdades 
ocultas entre los renglones, enseñarle no sólo a respetar y a obedecer lo
escrito, sino a rebelarse contra él, a discutirlo, a subvertirlo, a obligarlo a
renovarse. No sé si la escuela puede hacerlo. Es cierto que a veces, en
presencia de un cierto maestro, de una cierta maestra, un alumno se
siente de pronto iluminado, ve una puerta entreabierta en lo que yo
llamaría la “burocracia de la enseñanza” y descubre por sí mismo, más
allá de la tediosa secuencia de palabras, algo que palpita, vivo y
reluciente, al alcance de sus manos, y siente que él también pertenece
(o puede pertenecer) a esa maravillosa aristocracia, abierta a todos, que
es el universo de los lectores.
Pienso que no se trata de “enseñar a leer”en este sentido
profundo (tarea que juzgo imposible) sino de “educar para leer”. La
etimología del verbo “educar” es harto conocida: “extraer de sí mismo”, 7
“llevar hacia afuera”, “hacer surgir.” El espejo de esta frase, no "educar para leer" sino “leer para educar”, es una misión igualmente
imprescindible. Quien lee, se educa, se conduce hacia afuera, sale al
mundo, no se escapa de él."

Alberto Manguel

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